30.000
jóvenes se han reunido en Berlín del 28 de diciembre al 1 de enero para la 34ª
etapa de la "peregrinación de confianza" animada por la Comunidad de
Taizé. Bien recibida por las iglesias y los habitantes de Berlín, los jóvenes
de toda Europa y también de otros continentes han tratado de impulsar una nueva
solidaridad. La oración comunitaria, la reflexión y discusión sobre diversos
temas espirituales, sociales, artísticos, políticos y económicos han marcado este
encuentro que se ha celebrado por primera vez en la capital alemana.
Si quieres saber más sobre la Comunidad de Taizé, los Encuentros de Taizé o la Oración y los Cantos puedes entrar en la web de TAIZÉ
Al llegar los jóvenes recibieron una carta del hermano
Alois, prior de la Comunidad de Taizé, "Hacia una nueva solidaridad":
"Si la solidaridad humana es siempre necesaria, hace falta siempre
renovarla, rejuvenecerla a través de nuestras expresiones", escribe el
hermano Alois en esta carta que se traduce en más de cincuenta idiomas. De cara
a las sacudidas de la economía mundial,
a los cambios de equilibrios geopolíticos y al crecimiento de la desigualdades,
el prior de Taizé lanza la pregunta: "¿Puede esto ser una razón para
interrogarnos más acerca de las opciones que tomamos para nuestra vida?"
Cada
mañana, los jóvenes se reunían en las 160 parroquias de acogida y compartían
con los berlineses que los acogen los diferentes temas de la carta de Taizé
2012: confianza entre las personas, confianza en Dios, Cristo de comunión,
buscar ser la "sal de la tierra." En uno de estos talleres organizados
dos hermanos de la comunidad hablaron sobre la vida y la visión del hermano
Roger, fundador de Taizé (1915-2005). En otro los participantes se reunieron
para encontrar a testigos de la época del Muro de Berlín y visitar el lugar con
los berlineses. Descubrir un servicio de apoyo a refugiados, visitar el
"Museo Bode", escuchar un concierto o intercambiar acerca del lugar
de los jóvenes en la sociedad de hoy, han formado parte de las actividades. Las
palabras de Dietrich Bonhoeffer (1906-1945): "Ante Dios y con Dios vivimos
sin Dios" fue el tema de uno de los talleres para aquellos que quieren
hablar de la fe en un mundo donde Dios aparentemente no tiene ningún papel que
jugar. La tarde del 31 de diciembre hubo reuniones por país o región de
origen. Estos encuentros, animados por los hermanos de Taizé, intentan buscar
una "peregrinación de confianza" que es posible de vuelta a casa para
caminar juntos hacia una nueva solidaridad.
Una «parábola de comunidad»
Hoy la comunidad de Taizé reúne a unos cien
hermanos, católicos y de diversos orígenes protestantes, procedentes de más de
treinta naciones. Por su existencia misma, la comunidad es un signo concreto de
reconciliación entre cristianos divididos y pueblos separados.
Los hermanos viven de su propio trabajo. No
aceptan ningún donativo. Tampoco aceptan para sí mismos sus propias herencias,
sino que la comunidad hace donación de ellas a los más pobres.
Algunos hermanos viven en lugares desfavorecidos
del mundo para ser allí testigos de paz y para estar al lado de los que sufren,
esforzándose en ser una presencia de amor al lado de los más pobres, de los
niños de la calle, de los prisioneros, de los moribundos, de aquellos que han
sido heridos hasta en lo más profundo por causa de rupturas de afecto o por
abandono.
Con el paso de los años, cada vez más jóvenes de
todos los continentes han venido a Taizé para participar en los encuentros. También los hombres de Iglesia visitan Taizé.
Así, la comunidad recibió al papa Juan Pablo II, a tres arzobispos de
Canterbury, a metropolitas ortodoxos, a los catorce obispos luteranos de Suecia
y a numerosos pastores del mundo entero.
A partir de 1962, hermanos y jóvenes enviados por
Taizé no dejaron de ir y venir a los países de Europa del Este, con la mayor
discreción, para visitar a quienes se encontraban acantonados en el interior de
sus fronteras.
« Pienso que desde mi juventud nunca me ha abandonado la intuición que una
vida de comunidad pudiese ser el signo que Dios es amor y solamente amor. Poco
a poco surgió en mí la convicción que era esencial crear una comunidad con
hombres decididos a dar toda su vida y que buscasen comprenderse y
reconciliarse siempre: una comunidad donde la bondad del corazón y la
simplicidad estuviesen al centro de todo. » (Hermano Roger, Dios sólo puede amar)
El
hermano Roger, fundador de la Comunidad de Taizé, murió el 16 de agosto de 2005, a la edad de 90
años, asesinado durante la oración del atardecer. El hermano Alois, a quien él
había escogido como sucesor desde hacía muchos años, es ahora el prior de la
comunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario