"Jesus said to her, "I am the resurrection and the life. The one who
believes in me will live, even though they die; and whoever lives by
believing in me will never die..." (Jn 11, 25-26)
1.
La resurrección -tanto de Jesús como de los muertos- es el centro de la experiencia
cristiana y el núcleo básico de la fe. La primera confesión de fe -«Jesús es
el Señor» (Rom 10,9)- proclama el señorío de Jesús o su victoria sobre la
muerte por iniciativa de Dios. Jesús anunció su propia resurrección,
luego proclamada por María Magdalena y por los discípulos.
«La fe de los cristianos -dice San Agustín- es la resurrección de
Cristo. No es gran cosa creer que Jesús ha muerto; esto lo creen también
los paganos; todos lo creen. Lo verdaderamente grande es creer que ha
resucitado»
2.
Es un
hecho de fe y un hecho real, histórico y trascendente. Ningún relato evangélico describe directamente la resurrección de Jesús. La tumba vacía y las apariciones son el fundamento de la fe de los apóstoles. La resurrección de Cristo supera el orden natural para entrar en una dimensión trascendente lo cual no significa negar la historicidad del sepucro vacío de Jerusalén.
3. La resurrección de los muertos es respuesta al
drama de la muerte; una respuesta que se fundamenta en Dios, fuente de la
vida y señor de la justicia. Se alcanzará la plenitud del reino con la
victoria sobre la muerte. La resurrección cristiana, tal como se entiende desde la fe, es resurrección de
los muertos: no es transmigración del alma ni reencarnación. Comienza a
morir y a resucitar el que cree, se bautiza, participa en la eucaristía y
se entrega a su prójimo, porque tiene a Dios consigo, es miembro de
Cristo.
Dice el Papa Francisco en la Bendición Urbi et Orbe el Domingo de Pascua:
"El mundo propone imponerse a toda costa, competir, hacerse
valer... Pero los cristianos, por la gracia de Cristo muerto y resucitado, son
los brotes de otra humanidad, en la cual tratamos de vivir al servicio de los
demás, de no ser altivos, sino disponibles y respetuosos. Esto no es debilidad, sino autentica fuerza. Quién lleva en sí
el poder de Dios, de su amor y su justicia, no necesita usar violencia, sino
que habla y actúa con la fuerza de la verdad, de la belleza y del amor."
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