martes, 24 de diciembre de 2013

Feliz Navidad: la locura de Dios

La gran noticia es que Jesús nace, ese es el regalo más importante. Abramos una pequeña ventana en nuestro corazón para que entre la luz del Niño Dios y con él la esperanza y la paz. Éstas son las Navidades que yo quisiera que fueran de todos y para todos, éstas son las Navidades que yo quisiera que duraran todos los días del año. A pesar del frío reinante en los nuevos tiempos encendamos la luz de la Navidad.
               
La locura de Dios - Navidad A
En esta noche, ha recordado el Papa Francisco en la Misa de Gallo, aparece Jesús, que pone "su tienda" entre todos, para "librar" a los hombres y mujeres "de las tinieblas" y darles "la luz". "No es solamente un maestro de sabiduría, no es un ideal al que tendemos y del que nos sabemos por fuerza distantes, es el sentido de la vida y de la historia que ha puesto su tienda entre nosotros"

domingo, 15 de diciembre de 2013

El símbolo del árbol de Navidad como signo de la luz divina


El origen de esta tradición.  El árbol de Navidad llegó a la Plaza de San Pedro
Se trata de un abeto que procede de Baviera, Alemania. Es un regalo de la comunidad Waldmünchen. Mide 25 metros de altura y tiene un diámetro de 98 centímetros. Pasadas las fiestas, la madera del tronco se utilizará, como ya se hace desde algunos años, para hacer juguetes u objetos de uso cotidiano.

 
Junto al árbol, estará también el tradicional Belén. Este año será un nacimiento napolitano, continuador de la tradición de los belenes que se hicieron famosos en toda Europa a partir del siglo XVII.
El árbol de Navidad fue puesto por primera vez en la plaza de San Pedro por iniciativa de Juan Pablo II y ya se ha consolidado como una tradición. Asimismo, Benedicto XVI explicó que el árbol de Navidad es un símbolo de la devoción popular que habla al mundo de esperanza y de paz. El árbol de Navidad enriquece el valor simbólico del belén, que es un mensaje de fraternidad y de amistad; una invitación a la unidad y a la paz; una invitación a dejar sitio, en nuestra vida y en la sociedad, a Dios, que nos ofrece su amor omnipotente a través de la frágil figura de un Niño, porque quiere que respondamos libremente a su amor con nuestro amor”.
La costumbre del árbol de Navidad se remonta a los antiguos germanos, que creían que el mundo y los astros estaban sostenidos pendiendo de las ramas de un árbol gigantesco llamado el “divino Idrasil” o el “dios Odín”. En el solsticio de invierno le rendían un culto especial. La celebración consistía en adornar un árbol con antorchas que representaban a las estrellas, la luna y el sol.
Cuenta la tradición que fue san Bonifacio, evangelizador de Alemania e Inglaterra, quien tomando el árbol que representaba al dios Odín, plantó en su lugar un pino, símbolo del amor perenne de Dios y lo adornó con manzanas y velas, dándole un simbolismo cristiano. Las manzanas para representar las tentaciones, el pecado original y los pecados de los hombres; las velas para representar a Cristo, la luz del mundo y la gracia que reciben los hombres que aceptan a Jesús como Salvador.

jueves, 12 de diciembre de 2013

MANDELA: "Soy el dueño de mi destino, soy el capitan de mi alma"

La muerte de Mandela, el primer presidente negro de Sudáfrica, el hombre que lucho contra el “apartheid” y reconcilió a un país que discriminaba a los no-blancos nos recuerda la gesta de un profeta de su tiempo.  

Y una de las mejores películas del cine espiritual de los últimos años es Invictus. Cine espiritual no significa sólo películas sobre la Biblia o sobre Jesús. Hablamos de cine que destaca por la mirada al ser humano en perspectiva trascendente. Esto supone, un acercamiento al misterio de Dios desde grandes cuestiones humanas como la libertad, el perdón, la acogida del otro, la belleza, la irrupción de lo extraordinario, la conversión y la lucha contra el mal, el testimonio, el coraje de vivir y la búsqueda de la esperanza.


Invictus nos presenta un referente de resistencia en la figura de Nelson Mandela. Las primeras secuencias de las películas nos muestran casi sin palabras un pueblo roto y enfrentado por la dura experiencia de la segregación (apartheid) racial. Los blancos detentando el poder están encerrados en la autosuficiencia, los negros ilusionados con el cambio también están cerrados en la venganza. Y en medio un hombre que en su voluntad firme, a pesar de su debilidad, cansancio y soledad, les unirá recordándoles que el perdón es un arma poderosa que libera el alma.

Basada en el libro de John Carlin, Playing the Enemy cuenta cómo se desarrolló el Mundial de Rugby del año 1995. Mandela, con una sabiduría que fraguó en sus 27 años en prisión, entendía que el deporte concentraba las emociones de la gente con mucha más rotundidad que el discurso político. Cuando faltaba un año para el Mundial Mandela decidió que el rugby, el deporte de los blancos, era la apuesta de la reconciliación e inició la campaña “Un equipo en un solo país”. Para ello contó con la ayuda de Francois Pienaar, el capitán de la selección, al que pidió ayuda para lograr que los negros se identificaran con el equipo de rugby. Ya en la final, a la que a duras penas llegó Sudáfrica, se presentó Mandela vistiendo la camiseta de la reconciliación, como confesó uno de los jugadores: “En ese momento nos dimos cuenta que había un país entero detrás nuestro, y que este hombre tuviera puesta la camiseta de los Springbok era un signo, no sólo para nosotros, sino también para toda Sudáfrica, que tenemos que unirnos, y tenemos que unirnos hoy”. Y de aquella gesta que ayudó a construir un pueblo nos habla la película traspasada por el perdón y la reconciliación que nacen del alma.
FUENTE: Semana Cine Espiritual