El capítulo 17 de Lucas comienza con la insistencia en el perdón mutuo. Sin perdón no es posible la fe. Perdón hasta siete veces (v. 4). Un perdonar sin límite. En el evangelio apócrifo de Tomás, se llega a decir “Si dos están en paz entre ellos en una misma casa, dirán al monte: “trasládate y se trasladará”. (Ev Tom 48). Es decir, la fe florece cuando hay perdón. Con el rencor o el odio entre los hombres no es posible la vida de Dios. Y para nosotros, la vida de Dios es la fe. (Luis Alemán)
1. Lucas previene a sus lectores contra los fariseos y los ricos y recomienda atender a los pecadores y a los pobres. Para los fariseos, Dios es un amo exigente que se preocupa muy poco de sus esclavos. De ahí que Lucas muestre a los fariseos y ricos como personas incapaces de hacer algo meritorio. En cambio, la fe pura e ingenua de los pecadores y los pobres es confianza incondicional en el Señor.
2. En este pasaje evangélico, Jesús no considera inútil el ministerio de los apóstoles, sino que pone en guardia a sus discípulos frente a la actitud farisaica respecto de los méritos y la recompensa. «Apóstoles» son los enviados y misioneros que creen en la resurrección de Jesús y atraen a los no creyentes a la fe.
3. El cristiano es fariseo cuando se atribuye el mérito de algo que pertenece a Dios; cuando ve las ventajas de su misión como derechos adquiridos; cuando se glorifica a sí mismo y no da gloria al Señor… La fe del discípulo es apertura a Dios por Jesucristo, conversión a las exigencias del reino, aceptación del evangelio, participación en la asamblea de los creyentes, compromiso y testimonio. En resumen, es don de Dios y búsqueda humana; un modo de vida, no un conjunto de verdades.
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