Como cada año desde hace 40, la Comunidad de Taizé celebra
su encuentro ecuménico europeo. Más de 20.000 jóvenes católicos,
protestantes y ortodoxos conviven juntos desde este 28 hasta el 1 de enero en la ciudad suiza de Basilea
Explica que “la alegría del Evangelio nace con la confianza de sabernos amados por Dios. Lejos de ser una exaltación que huye de los desafíos de nuestro tiempo, nos hace más sensibles a los sufrimientos de otros”.
2. Escuchar el grito de los más vulnerables
En este punto, Alois invita a una amistad que no es “humillante” para el que acepta ayuda sino que “toca corazones: tanto de los que están necesitados como de los que muestran una solidaridad”.
Por ello, pide “escuchar el grito de alguien que ha sido herido, mirarle a los ojos, escuchar o tocar a los que sufren, un aciano, un enfermo, un preso, un sin techo, un migrante… Entonces, el encuentro personal hace que descubramos la dignidad del otro y nos hace capaces también de recibir, pues incluso el más destituido tiene algo que ofrecer”.
3. Compartir pruebas y alegrías
En este punto, el prior de Taizé afirma que en los lugares y ambientes en los que la gente “está bien alimentada, bien educada, bien cuidada, la alegría está a veces ausente, como si algunos estuvieran cansados, desanimados por la banalidad de su existencia”. Para salir de esta dinámica, hay que salir al encuentro de una “persona destituida” pues en él puede saltar una “alegría verdadera”, aunque sea únicamente “una chispa”.
4. Entre cristianos, alegrarnos de los dones de los otros
En este encuentro marcadamente ecuménico se trabaja por esta unidad de los cristianos. “Muchos aspiran a que los cristianos se unan, para que no sigan oscureciendo con sus divisiones el mensaje de fraternidad universal del que Cristo es portador. ¿Podría nuestra unidad fraterna ser como un signo, una anticipación, de la unidad y de la paz entre humanos?”.
Fuente: Religión en Libertad
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