domingo, 18 de agosto de 2024

Dános, Señor, el pan de vida

Dios hace su oferta: "la mesa está servida". Somos invitados a compartir su amistad, a entrar en comunión.

El que come mi carne y bebe mi sangre, -dice el Señor- habita en mí y yo en él.






CANTO DE COMUNIÓN (Parroquia del Carmen. Zaragoza)

 Era una tarde noche de intimidades y amor profundo, 
cuando quebraste Tú el frasco del corazón; 
y una fragancia de vida empezó a extenderse por todo el mundo, 
era la víspera misma de tu pasión. 
Tarde de amor, tarde de Jueves Santo, Dios nos amó tanto que se hizo Pan, 
para saciar con esta comida a los que de vida hambrientos van; 
Ven, Jesús mi Dios, tu pan y vino, manjar divino, quiero comer, 
Ven y lléname, tu compañía mi alma ansía, ven a mi ser. 
Habiendo amado a los suyos, Jesús los quiso hasta el extremo, 
hasta sentir la locura de tanto amar. 
No existe amor más grande, amor más puro, amor supremo, 
como por el amigo la vida dar. 
Amaos así unos a los otros como Yo os he amado y esa será 
la gran señal por la que los hombres a mis seguidores conocerán. 
Esta es la señal de aquel que quiera ser en la tierra mi servidor, y allá al final, cuando os llamen, 
el gran examen será de amor. 
Mientras cenaban, hablando de amor divino y amor fraterno, entre sus manos divinas el pan tomó.
 Unas palabras de vida Jesús pronuncia sobre el pan tierno, y aquel pan en su carne se convirtió. 
Tomad y comed, porque esto es mi cuerpo, es vuestro alimento, nuevo maná; 
tomad y bebed, porque esta es mi sangre que al mundo mañana redimirá. 
Ved cómo ama Dios, qué gran derroche en esta noche de su pasión. 
Dios sólo es amor, en esta tarde, ved cómo arde su corazón.




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