sábado, 20 de octubre de 2012

¿Qué sabes del Concilio Vaticano II?

Hace cincuenta años, el 11 de octubre de 1962, el Papa Juan XXIII abría en la basílica de San Pedro el concilio ecuménico Vaticano II  «Fue un día espléndido», recuerda Benedicto XVI

Fue un día espléndido aquel  11 de octubre de 1962, en el que, con el ingreso solemne de más de dos mil padres conciliares en la basílica de San Pedro en Roma, se inauguró el concilio Vaticano II. En 1931 Pío XI había dedicado este día a la fiesta de la Divina Maternidad de María, para conmemorar que 1500 años antes, en 431, el concilio de Éfeso había reconocido solemnemente a María ese título, con el fin de expresar así la unión indisoluble de Dios y del hombre en Cristo. (…)Fue un momento de extraordinaria expectación… el cristianismo, que había construido y plasmado el mundo occidental, parecía perder cada vez más su fuerza creativa. 

Se hablaba de “aggiornamento” (actualización). El cristianismo debe estar en el presente para poder forjar el futuro. Para que pudiera volver a ser una fuerza que moldeara el futuro, Juan XXIII había convocado el concilio sin indicarle problemas o programas concretos.


Documentos del Concilio Vat.II
Un tema fundamental era la eclesiología, que debía profundizarse desde el punto de vista de la historia de la salvación, trinitario y sacramental; a este se añadía la exigencia de completar la doctrina del primado del concilio Vaticano I a través de una revalorización del ministerio episcopal. Un tema importante para los episcopados del centro de Europa era la renovación litúrgica, que Pío XII ya había comenzado a poner en marcha. Otro aspecto central, especialmente para el episcopado alemán, era el ecumenismo:  haber sufrido juntos la persecución del nazismo había acercado mucho a los cristianos protestantes y a los católicos; ahora, esto se debía comprender y llevar adelante también en el ámbito de toda la Iglesia. A eso se añadía el ciclo temático Revelación – Escritura – Tradición – Magisterio.

El encuentro con los grandes temas de la época moderna se produjo en dos documentos menores: El primero es la Declaración sobre la libertad religiosa, Se trataba de la libertad de elegir y de practicar la religión, y de la libertad de cambiarla, como derechos a las libertades fundamentales del hombre.

Misa de apertura del Concilio
Sello de Italia. 50 aniversario Concilio Vat.II












El segundo documento que luego resultaría importante para el encuentro de la Iglesia con la modernidad nació casi por casualidad, y creció en varios estratos. Me refiero a la Declaración  “Nostra aetate” sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas: judaísmo, islam, budismo, hinduismo. el diálogo y la colaboración con las religiones, cuyos valores espirituales, morales y socioculturales debían ser reconocidos, conservados y desarrollados.
K.Rahner y J.Ratzinger en el Concilio
Concilio Vaticano II
Sello del Concilio Vat.II. Juan XXIII

Sello del Concilio Vaticano II. Pablo VI

















Los Padres conciliares no podían y no querían crear una Iglesia nueva, diversa. no podían y no querían crear una fe distinta o una Iglesia nueva, sino comprenderlas de modo más profundo y, por consiguiente, realmente “renovarlas”. Por eso una hermenéutica de la ruptura es absurda, contraria al espíritu y a la voluntad de los padres conciliares.

EL Papa agradece al Cardenal Frings que le llevara a él – entonces el profesor más joven de la Facultad teológica católica de la universidad de Bonn — como su consultor a la gran asamblea de la Iglesia, permitiéndole frecuentar esa escuela y recorrer desde dentro el camino del concilio.

Resumen  del  texto inédito de Su Santidad Benedicto XVI del Especial del Osservatore Romano, el 11 de octubre, en el marco del 50ª aniversario del Concilio Ecuménico Vaticano II, e inicio del Año de la Fe.



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