Aparecida del Norte (en portugués ´Aparecida do Norte) es una ciudad ubicada en el estado de Sao Paulo, donde se halla la Basílica de Nuestra Señora Aparecida, la segunda más grande basílica del mundo, después de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. La ciudad de Aparecida del Norte recibe peregrinos de todas las partes de Brasil y de América durante todo el año, especialmente el día 12 de octubre. El Papa visita durante la JMJ el mayor santuario mariano del mundo.El Papa ha pedido ir allí «En primer lugar, su amor a la Virgen. Y en segundo lugar porque él presidió en el año 2007 la comisión que redactó el documento final de Aparecida», durante la conferencia plenaria del Consejo Episcopal Latino Americano (CELAM). Es el documento que, como Papa, está regalando a los jefes de Estado que le visitan en el Vaticano.
La historia
de la Virgen «aparecida» comienza en 1717 con una «pesca milagrosa» en
el río Paraíba. Tres pescadores encuentran entre sus redes una pequeña imagen
oscura de la Virgen, pero sin la cabeza. Echan las redes de nuevo, y recogen la
cabeza. Las vuelven a echar por tercera vez, y capturan una gran cantidad de
peces.
La pequeña imagen, de apenas 40 centímetros de altura, estuvo durante 15 años en la casa
de un vecino, y la gente acudía allí a rezar el rosario. La gente sencilla
le pedía gracias, y muchos las obtenían. Así fue creciendo la devoción y
también el número de peregrinos hasta superar los siete millones anuales, una
cifra que sigue creciendo.
El documento
final de Aparecida, aprobado explícitamente por Benedicto XVI —quien había
visitado el santuario en mayo del 2007 para inaugurar aquella reunión
continental— es, en la práctica quizá más que una encíclica, tanto por su
contenido como por sus consecuencias.
El cardenal
Bergoglio, principal autor de aquel texto, dijo que «el documento final de
Aparecida es la ‘Evangelii Nuntiandi’ de América Latina». Esa encíclica de Pablo
VI era, desde hacía mucho tiempo, su estrella polar personal en el terreno
de la Evangelización, y lo que hizo en Aparecida fue actualizar y extender su
puesta en práctica a toda América Latina. El documento de Aparecida es la
vuelta a una Iglesia evangelizadora, que sale a la calle a buscar los
alejados. Una Iglesia formada por laicos, sacerdotes y obispos que son a la vez
«discípulos y evangelizadores». Una Iglesia misericordiosa que no intenta
«regular» la fe sino «facilitarla». Que predica con el ejemplo y con alegría.
Es la actitud que el mundo conoce ahora viéndola en el Papa Francisco.
El documento
indicaba que la Iglesia «tiene que liberarse de todas las estructuras caducas
que han dejado de favorecer la transmisión de la fe». Esa misma frase se asomó
a un Ángelus del Papa hace un par de semanas, confirmando que la reforma de la
Curia vaticana va a ser extensa y profunda. La «conversión pastoral» y la
«misión continental», son conceptos que sirven para el mundo entero. El hecho
de que los obispos latinoamericanos celebrasen aquella reunión en un santuario
mariano dejó en el documento la marca de la «religiosidad popular», un elemento
importantísimo en la «teología de la piedad popular», una modalidad muy
sana de la «teología de la liberación», que Jorge Bergoglio predicaba desde
hace tiempo, junto con otra corriente complementaria, «la teología de la
pobreza».
El cardenal
Bergoglio recordaba que en aquella reunión de obispos de toda América Latina
«celebrábamos la misa en el Santuario junto a los peregrinos, y eso nos daba un
vivo sentido de pertenecer a nuestra gente, a la Iglesia que camina como
pueblo de Dios y de la que nosotros, los obispos, somos sus servidores».
FUENTE: ABC
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