La defensa de una Cultura de la Vida que reconozca y
valore la dignidad del ser humano desde el momento de la fecundación hasta la
muerte natural es un compromiso necesario. No se trata de una cuestión ideológica
sino de cuestiones éticas y morales. Sorprende observar que la izquierda más
revolucionaria en América Latina es también la que está en contra del aborto. El
presidente de Ecuador, Rafael Correa amenazó el año pasado con renunciar a su
cargo si la bancada de su partido en la Asamblea Nacional aprobaba la
despenalización del aborto. La solución más progresista y humana en materia de
aborto es proteger siempre al no nacido como a cualquier otro ser humano; proteger a la mujer para que nunca se vea
abocada al aborto, que es un inmenso fracaso y que debería ser evitado con políticas
sociales activas y solidarias con la mujer
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