El Prólogo al libro de los HECHOS DE LOS APÓSTOLES, remite a un «primer Libro» escrito
por él mismo, donde se narra lo que hizo y enseñó Jesús desde el
comienzo hasta el momento de su Ascensión al cielo (1. 1-2). El Libro a
que alude es el tercer Evangelio, y el autor es el evangelista san
Lucas, que concibió y compuso estos dos Libros como partes integrantes
de una única obra.
Los
«hechos» relatados en el Libro muestran cómo los Apóstoles dieron
cumplimiento al programa que el Señor resucitado les fijó antes de su
partida: «Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que
descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda
Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra» (1. 8). En el Evangelio de Lucas, el ministerio terreno de Jesús comienza en Nazaret y culmina en Jerusalén con la Pascua del Señor.
Y es precisamente de Jerusalén, de donde el mismo Lucas hace partir la
acción evangelizadora de la Iglesia narrada en el libro de los Hechos.
Para
escribir este Libro, Lucas empleó una abundante documentación: las
tradiciones de la Iglesia de Jerusalén y de la comunidad de Antioquía,
el testimonio personal de Pablo y, en particular, un "diario de viaje"
que narraba la actividad misionera del Apóstol, donde el empleo del
«nosotros» indica que su autor era un testigo presencial de los
acontecimientos. Esto hace que el libro de los Hechos de los Apóstoles
sea una fuente de información imprescindible para conocer los primeros
tiempos de la Iglesia y poner de manifiesto la acción del Espíritu,
que va edificando la Iglesia por medio de la predicación de los
Apóstoles y hace fructificar la Palabra de Dios en lugares cada vez más
lejanos.
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