Daroca, la pequeña ciudad aragonesa, es la primera población española y
aún del mundo que estableció una fiesta pública en honor del Santísimo
Sacramento. El milagro sucedió en 1239,
cuando las tropas cristianas de las comunidades de Daroca, Teruel y Calatayud,
bajo el mando del general Berenguer de Entenza, se disponían a conquistar desde
el monte Codol el castillo de Chío, en poder de los árabes, a 17 kilómetros de
Játiva.
Episodio emitido por Aragón Televisión sobre los Corporales de Daroca
Antes
de la batalla, el capellán, don Mateo Martínez, rector de la parroquia de San
Cristóbal de Daroca, celebró Misa, consagrando seis Formas más para la comunión
de los capitanes de los tercios, e inmediatamente después de la consagración se
desencadenó un repentino ataque de los moriscos, que obligó a todos a dejar el
sacrificio para enfrentarse con el enemigo, y al capellán, después de comulgar,
a ocultar las seis Formas, envueltas en los corporales, bajo unas piedras, para
evitar que pudieran ser profanadas. El ataque fue superado por los aragoneses.
Y al querer el sacerdote rescatar las Formas ocultas en el pedregal, las
encontró tintas en sangre y pegadas a los corporales. Patente milagro sirvió de
estímulo a las tropas cristianas que, llevando como bandera los Santos
Corporales, obtuvieron sobre los enemigos decisiva victoria.
Los capitanes tuvieron que echar a suerte por tres veces dónde se guardaba la preciosa reliquia, correspondiendo las tres a Daroca. Quedando disconformes se decidió que fuera cargada sobre una mula, abandonando a su instinto la decisión divina y dando por bueno el lugar donde se detuviera. La mula cruzó de largo Teruel, seguía el séquito procesional para llegar a las cercanías de Daroca, por cuyas puertas entró hasta detenerse en el entonces hospital de San Marcos. En este momento, aquel 7 de marzo de 1239, dobló las rodillas y cayó muerta, dejando para Daroca el inapreciable tesoro y el singular favor de la guarda de la Preciosísima Sangre de Cristo.
En 1261, diputados especiales por Daroca y el Cabildo, acudieron a Roma a fin de informar al Papa Urbano IV sobre el milagro, siendo introductores de los síndicos los doctores San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino, los cuales inclinaron el ánimo del Pontífice a declarar la solemne fiesta del Corpus. En 1344 el Papa Eugenio IV concedió la celebración del año jubilar cada decenio, para conmemorarlo. Reinando Sixto IV, que había suspendido las indulgencias de la cristiandad por las Cruzadas, firmó la bula Agni Inmaculati, en 1473, por la que se establece la norma definitiva de los años jubilares darocenses.
(Bibliografía: Prodigios Eucarísticos, P. M. Traval, S. J.).
Los capitanes tuvieron que echar a suerte por tres veces dónde se guardaba la preciosa reliquia, correspondiendo las tres a Daroca. Quedando disconformes se decidió que fuera cargada sobre una mula, abandonando a su instinto la decisión divina y dando por bueno el lugar donde se detuviera. La mula cruzó de largo Teruel, seguía el séquito procesional para llegar a las cercanías de Daroca, por cuyas puertas entró hasta detenerse en el entonces hospital de San Marcos. En este momento, aquel 7 de marzo de 1239, dobló las rodillas y cayó muerta, dejando para Daroca el inapreciable tesoro y el singular favor de la guarda de la Preciosísima Sangre de Cristo.
En 1261, diputados especiales por Daroca y el Cabildo, acudieron a Roma a fin de informar al Papa Urbano IV sobre el milagro, siendo introductores de los síndicos los doctores San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino, los cuales inclinaron el ánimo del Pontífice a declarar la solemne fiesta del Corpus. En 1344 el Papa Eugenio IV concedió la celebración del año jubilar cada decenio, para conmemorarlo. Reinando Sixto IV, que había suspendido las indulgencias de la cristiandad por las Cruzadas, firmó la bula Agni Inmaculati, en 1473, por la que se establece la norma definitiva de los años jubilares darocenses.
(Bibliografía: Prodigios Eucarísticos, P. M. Traval, S. J.).
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