En el primer día del año y a los ocho días del nacimiento de
Jesucristo, la liturgia cristiana presenta la fiesta de Santa María, Madre de Dios,
para seguir profundizando en el Misterio de la Encarnación del Hijo
de Dios. Además, se celebra la Jornada Mundial de la PAZ: una paz que todos
anhelamos y necesitamos. Paz en el mundo, paz en nuestras relaciones interpersonales
y paz dentro de nosotros mismos.
Los sacerdotes de
Israel, cuando comenzaba el nuevo año, bendecían al pueblo. Bendecir es
«decir-bien» a una persona, a un objeto o a un lugar. Dios, al comienzo del
nuevo año, “dice bien” a todos. La bendición divina es signo de su amor
paternal. Nos concede su paz e ilumina su rostro sobre nosotros.Traemos la agenda del año aún no estrenada con todos
nuestros deseos, e ilusiones; con nuestro compromiso de paz que es una
responsabilidad común y una de las aspiraciones más hondas del ser humano.
La paz es “shalom”, armonía con Dios, con los
hermanos y con la creación; es felicidad espiritual y material, consecuencia de
la justicia, la libertad y el amor. Pero la paz es también una tarea de todos y
de cada uno. Es consecuencia del respeto
de la dignidad personal; es cultura solidaria, bienes compartidos, sociedad
justa... La paz no es algo hecho, sino un constante quehacer. ¡Que este año nos
visite definitivamente la PAZ!
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