La ciudad de Huesca está unida desde época medieval a tres mártires de importancia universal: San Lorenzo y San Vicente, los dos patrones de la ciudad, y San Jorge.
San Vicente murió el 22 de enero del año 304, durante la última
persecución del imperio romano contra los cristianos. Fue detenido en
Zaragoza junto al obispo San Valero, y trasladado a Valencia, donde se
le martirizó.
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Vida y martirio de San Vicente. Frontal de Liesa. Diputación Provincial de Huesca |
En
el arte cristiano se le representa siempre con una gran rueda de molino
(después de muerto, fue arrojado al mar con una rueda de molino atada
para hacer desaparecer sus restos, pero su cuerpo regresó milagrosamente
a la playa). Además de otros muchos lugares, San Vicente es venerado en
Valencia, lugar de su martirio, y Lisboa, donde figura en el escudo de
la ciudad, y en cuya catedral, según una tradición medieval, descansa su
cuerpo.
En
Huesca, tras la reconquista aragonesa, San Lorenzo y San Vicente se
convirtieron en los patrones de la ciudad (ambos aparecen representados
ya en la portada gótica de la catedral, de comienzos del siglo XIV).
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Retablo de San Vicente. Maestro de Estopiñan |
El Retablo
de san Vicente es un tríptico donde los protagonistas son el diácono san
Vicente y san Valero, obispo de Zaragoza. Ambos fueron tomados presos en 303 y
llevados a la ciudad de Valencia, donde san Valero fue condenado al destierro
y san Vicente martirizado. Del pintor
conocido como Maestro de Estopiñán
(se desconoce su nombre), se sabe que en 1367 recibió el encargo de pintar un
retablo por parte de la comunidad dominica de la ciudad de Huesca. El Retablo de san Vicente sería la
única obra del maestro de Estopiñán que se vió influido por Giotto antes de venir a España; fue en Aragón donde introdujo el estilo italo-gótico.
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