domingo, 1 de noviembre de 2015

Todos los Santos. Las Bienaventuranzas

Las Bienaventuranzas. Todos los Santos
Los Santos son los que han vivido en el amor y la fe en Dios y hacia el prójimo: han vivido las BIENAVENTURANZAS

1. «Santos», por antonomasia, son Dios, tres veces Santo, Jesucristo, el Santo de Dios, y el Espíritu de Dios, «Espíritu Santo». Pero Dios comunica su santidad al pueblo. En el Antiguo Testamento son santos los justos, y en el Nuevo Testamento lo son los testigos. Denominamos «santa» a la persona admirable, ejemplar y generosa (da lo que tiene), que sabe perdonar (reconcilia), que obra con justicia y libertad (el reino es su causa), que vive la cercanía de Dios (dialoga con El) y que siempre reacciona evangélicamente ante la vida y ante la muerte (sus valores son los de Jesús). En plural, los santos son modelos propuestos por la Iglesia como intercesores entre el pueblo y Dios, a los cuales se venera y que son capaces de ayudar o conceder favores. Nunca deberían, sin embargo, desplazar a Jesucristo.

2. La fiesta de hoy no es propiamente de los santos «oficiales», sino de aquellos que, sin corona ni altar, son dichosos según las bienaventuranzas, porque son pobres, sufridos, pacientes, misericordiosos, honestos, pacíficos e incomprendidos. Por esta razón se proclaman las bienaventuranzas en la festividad de los santos.

3. Las bienaventuranzas son siempre admiradas y paradójicas, deseadas y difíciles de cumplir. Constituyen la quintaesencia del evangelio: son la verdadera buena noticia. Causan estupor e irritación en los ricos, apegados al dinero, al poder y al prestigio. En cambio, en los pobres de humilde corazón despiertan admiración y alegría. Según esta fiesta, para ser santo hay que ser bienaventurado de acuerdo con la proclamación de Jesús.
Casiano Floristán.

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